¿Cómo se vive en el Grupo Scout el "aprender haciendo"?

Era una noche de pizzas, un viernes frío de setiembre, década de los '90, habíamos terminado la reunión formal del equipo distrital de rama Raiders y luego de armar el informe para las autoridades del Distrito, los dirigentes más jóvenes nos habíamos quedado a compartir unas grandes de muzzarella y hablar de las cosas cotidianas de cada Grupo Scout.


Yo esos días andaba preocupado en serio. Había asumido la Jefatura de la Tropa Raider con veintitantos años y estaba juntando experiencia en cómo manejarme con un grupo de adolescentes con mucha "iniciativa".

Una de las patrullas le había presentado un proyecto a la Asamblea Raider para: realizar un festival en un teatro del barrio, invitar a niños del comedor comunitario del barrio gratis y vender el resto de las entradas para juntar fondos para el campamento de verano. A su modo habían armado un "informe de factibilidad" y querían convencer a todos del éxito asegurado de su proyecto. Hasta ahí todo bien, o más o menos. La cuestión era que ya habían señado el teatro pidiéndole dinero a algunos padres del Grupo y con eso querían condicionar el voto del resto de la Asamblea de rama para que votaran si o si su proyecto.


Yo dudé de seguir adelante con el proyecto o aplicar el "derecho a veto" porque las tareas a encarar eran de una magnitud que intimidaba y nos insumiría un gran esfuerzo llegar a buen puerto. 

Esa noche, luego de varias pizzas y de hacer catarsis con mis compañeros de distrito, nos quedamos charlando de una frase de B-P que nos habían entregado recientemente en un curso de la asociación y concluimos que era mejor seguir adelante, acompañar a los raiders y guiarlos fuertemente en cada etapa y asegurarnos “socios” que nos permitieran cerrar el ciclo exitosamente. Para no aburrirlos, transpiramos mucho, logramos un apoyo inédito de otras ramas del Grupo y de gente de otras ONG del barrio y pudimos aprender varias cosas de esa situación. 

De esa noche aún guardo una fotocopia amarillenta de un texto de Baden-Powell que hoy redescubro relacionado con esa charla.  Es de "Notas para instructores", anotaciones de B-P complementarias de su libro "Escultismo para Muchachos":
"Los muchachos están llenos de entusiasmo y espíritu, y solamente quieren que se les oriente en la dirección correcta para convertirse en ciudadanos buenos y útiles."

Previamente hemos señalado que el "aprender haciendo" no puede usarse como excusa para desligarse de nuestro rol como dirigentes y pretender que los jóvenes realicen un autoaprendizaje sin conducción y que "salga lo que salga".

Baden-Powell, rompió el molde en una época donde la educación victoriana ensalzaba a los maestros, los cuales ejercían en un rol fuertemente directivo y excluyente en el proceso pedagógico. B-P en contraposición presenta una propuesta disruptiva: rompe con el adulto centrismo y alienta a los jóvenes para que, como protagonistas y artesanos de su desarrollo, elijan sus actividades y a través de la patrulla desarrollen sus habilidades y asuman responsabilidades. Sin embargo, es importante darnos cuenta que, en la propuesta de los Scouts, los jóvenes no son abandonados a su suerte con la excusa de su protagonismo, sino que el adulto los guía y acompaña. 

Esta diferencia no es menor, porque cuando uno se enfrenta a un desafío sin una guía que lo acompañe, muchas veces en lugar de aprender se puede frustrar porque se le viene todo encima y esa situación que lo desborda lo desalienta a seguir. 

En tal sentido, en lugar de consolidar su autoestima el joven puede sentirse superado por la situación. Desde esta perspectiva, casi perversa, el aprender haciendo, eje básico de la genial propuesta de B-P, puede convertirse en todo lo contrario a lo que debiera ser.

Los jóvenes se animan a experimentar cosas primero y luego deducir conclusiones de lo que ellos han experimentado. En términos prácticos, esto tiene varias implicaciones para el dirigente adulto:
  • El dirigente no necesita explicar el objetivo educativo de una actividad. Esto le es indiferente a los jóvenes y limita su espontaneidad y experiencia a nada más los límites de lo que imaginan que se espera de ellos.
  • El expresar sus reacciones, sentimientos, etc. les ayuda a sacar conclusiones. Un momento tranquilo al final de la reunión o del campamento puede usarse para evaluar en términos generales cómo salió la actividad y para que todos se animen a expresarse. Los jóvenes pueden percibir la experiencia de maneras diferentes, y realmente puede resultar que lo que ellos han obtenido de la experiencia no tiene nada que ver con lo que originalmente fue pensado para esa actividad.
  • El dirigente no debe insistir con lo que "supuestamente" tendrían que haber aprendido, sino simplemente acompañarlos cuando reflexionen sobre ello. Debe vivirse una atmósfera constructiva para que los jóvenes no se sientan asustados de hablar. Si es necesario, el código de vida puede recordarse para ayudar a los jóvenes a reflexionar sobre su experiencia o simplemente para recordar a los jóvenes que cada persona tiene derecho a expresarse y que si las quejas son a lo que se hizo, debe describirse el problema y no atacar a nadie personalmente.
  • Que una de las decisiones más difíciles que el adulto debe tomar incluye el permitirle al joven experimentar o cometer errores antes de intervenir. ¡A través de experimentar un error, un joven puede entender mejor que, cómo y por qué algo salió mal y, quizás, cómo hacer las cosas de una manera diferente la próxima vez!
Siempre listo, rodrigo
Rodrigo González Cao

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