El camino del desarrollo espiritual a través de los Objetivos Educativos del Movimiento Scout

El joven desde temprana edad se pregunta ¿De dónde vengo? ¿Quién soy? ¿Adónde voy?
No vamos aquí a desarrollar esto en más profundidad, quiénes lo deseen pueden buscar algún libro que se lea fácil como el de Emerich Coreth: “¿Qué es el hombre?” de editorial Herder (por decir uno entre tantos).

Ahora bien, sin meternos en debates de Antropología Teológica podemos acordar que toda persona busca respuestas sobre el origen, la naturaleza y el sentido de su vida y que, según el tiempo, el lugar y las circunstancias particulares estas preguntas pueden variar en su formulación pero no en su esencia.
Son preguntas que nos acompañan toda la vida, pero que se nos plantean con fuerza entre los 11 y los 21 años, etapa en que el Movimiento Scout acompaña al joven en su descubierta de sí mismo, de los demás y del mundo.

Si bien en las últimas entradas venimos poniendo el acento en el desarrollo espiritual, es justo recordar que para el Movimiento Scout la persona es un todo integral donde no pueden disociarse sus elementos emocionales, mentales, físicos o sociales de su vocación hacia lo trascendente, la admiración ante el misterio y la búsqueda de Dios.

Hemos visto previamente que la espiritualidad comprende la relación de la persona con Dios y cómo lo trascendente se hace presente en nuestra vida, por ello el desarrollo espiritual será la tarea del joven de establecer vínculos personales con Dios, asumiendo una visión de fe e integrándola a la propia vida de manera concreta.

Más adelante veremos que el componente espiritual se debe integrar a las actividades del Movimiento Scout de un modo natural y no solamente en los momentos de oración, reflexión o celebración.
Pero antes, en las próximas dos semanas, veremos cómo se explicita el desarrollo espiritual en 5 líneas de trabajo de los Objetivos Educativos del Movimiento Scout.

Siempre listo, rodrigo
Rodrigo Gonzalez Cao

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