Economía de vigilancia y control social
Las tecnologías a las que accedemos "gratuitamente" en realidad traen en su interior un "caballo de Troya" de datavigilancia y control social.
Economía de vigilancia y apropiación de datos
América Latina ha ingresado tardíamente a la globalización en un fuerte contexto de "economía de vigilancia".
Esta nueva organización económica se basa en la apropiación de las experiencias humanas como materia prima gratuita para procesos de predicción y comercialización.
Los datos de lo que hacemos a través de redes y plataformas se convierten en esta "materia prima".
Un oligopolio de plataformas digitales se apropia gratuitamente de dichos datos.
Los datos que captura exceden los necesarios para mejorar el funcionamiento de las aplicaciones y abarcan rastros sobre preferencias, gustos y hábitos de los usuarios. A esos datos los llamamos "excedente de comportamiento".
Ese "excedente de comportamiento" es el aprovechamiento de datos secundarios por parte de estas plataformas (datos que no son esenciales para mejorar sus servicios). Su objetivo es identificar patrones de comportamiento y generar "productos predictivos" que se monetizan y comercializan.
Data-vigilancia y predicción de comportamientos
La datavigilancia es el uso sistemático de nuestros datos personales con fines de monitoreo de actividades y proyección de los futuros comportamientos de la sociedad.
La inteligencia artificial se utiliza para predecir nuestros comportamientos a partir de estos datos apropiados de nuestras aplicaciones.
Su uso no se limita a la venta de publicidad; sus intenciones son mucho más ambiciosas, abarcando el control social de masas y la influencia velada en elecciones electorales, como lo fue el caso de "Cambridge Analytica".
Consecuencias del entorno digital y la datavigilancia
La economía digital se apropia de nuestras experiencias vitales privadas para incidir en nuestros hábitos de consumo y elecciones, y también para distraer nuestra atención de problemas importantes como el cambio climático o la "infodemia" (exceso de información en la pandemia).
El "sesgo de confirmación" es un riesgo alimentado por los algoritmos de las redes sociales, que filtran opiniones diferentes y potencian publicaciones con ideas similares a las nuestras. Esto crea una realidad "con anteojeras", limitada y recortada, que potencia las autoconvicciones y el aislamiento de quienes piensan diferente. Este aislamiento alimenta la "grieta" social, la segregación, el temor al diferente y una lógica egoísta del "me salvo yo y no me importa el otro", impidiendo acuerdos sociales y la acción contra estructuras injustas.
La virtualización del encuentro interpersonal y la inmediatez de las redes sociales conspiran contra la pausa y la reflexión necesarias para el desarrollo espiritual y educativo. Esto lleva a un autoaislamiento que genera una falsa sensación de seguridad en un entorno impredecible.
La pérdida de valores humanos y el fundamentalismo son resultados de este encapsulamiento individualista, la indiferencia hacia el diferente y la percepción del "otro" como una amenaza. Esto mina las posibilidades de diálogo y abona el surgimiento de creencias extremistas desconectadas de la realidad diversa.
Crítica al paradigma tecnoeconómico y sus efectos sociales
Algunos líderes globales, como el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si', nos advierten que el paradigma tecnocrático se ha vuelto dominante y homogeneizador.
Este paradigma se enfoca en el dominio y la transformación de la naturaleza como un objeto disponible, promoviendo un crecimiento ilimitado y la falsa creencia en la disponibilidad infinita de recursos.
Se advierte que este paradigma reduce la capacidad de decisión, la libertad y la creatividad, y tiende a ejercer su dominio sobre la economía, ignorando las consecuencias para la dignidad humana y el medio ambiente.
La especialización de la tecnología dificulta una visión de conjunto, impidiendo soluciones integrales para problemas complejos como la degradación ambiental y la pobreza.
La cultura del relativismo práctico, donde el ser humano se coloca en el centro y prioriza sus conveniencias circunstanciales, se alimenta mutuamente con el paradigma tecnocrático. Esto lleva a tratar a las personas como objetos, justificando la explotación y el descarte, y debilitando la capacidad de la sociedad para imponer límites éticos.
Francisco en su encíclica Fratelli Tutti también subraya cómo la comunicación digital, aunque ofrece posibilidades de encuentro, a menudo genera monólogos paralelos, fomenta prejuicios y odios, y manipula la conciencia y el proceso democrático.
La "ilusión de la comunicación" ha llevado a la pérdida de la intimidad, la exposición constante de la vida a la vigilancia y un debilitamiento del respeto al otro.
Esta ilusión crea un estilo de vida donde se elige lo que se quiere ver, excluyendo lo que no se puede controlar o conocer instantáneamente, impidiendo la reflexión serena y la sabiduría común.
Respuesta ante este contexto
Ante la percepción de cambios rápidos, el desafío es interpretar los signos de los tiempos.
El Movimiento Scout se pregunta sobre su papel en este contexto de incertidumbre, injusticias y desigualdad, buscando conectar su propuesta de ciudadanía activa con estas realidades.
Una de las fortalezas de la pedagogía scout es el educar para el pensamiento crítico. Esto implica la libertad de pensar, elegir y construir una opinión propia, dudando y analizando antes de juzgar.
También el Movimiento Scout fomenta la necesidad de un diálogo social que promueva el respeto, la comprensión mutua y la búsqueda de puntos de contacto, superando la confrontación y el intercambio superficial de opiniones en redes sociales.
La educación debe ayudar a las juventudes a comprender su sociedad y a conducirse en ella de manera comprometida, estableciendo su propia jerarquía de valores.
La datavigilancia y el control social son manifestaciones de un cambio de época más amplio, impulsado por la tecnología y un paradigma tecnocrático, que impacta profundamente la sociedad al disolver certezas, exacerbar el individualismo, manipular la información y las relaciones y, en última instancia, erosionar la cohesión social y los valores humanos.
El Movimiento Scout busca responder a estos desafíos fomentando el pensamiento crítico, el diálogo y la ciudadanía activa.
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