Instantaneidad y modernidad líquida: Desafíos para la reflexión
La instantaneidad a la que nos acostumbran las redes sociales es uno de los "signos de los tiempos" que definen el contexto actual y sus desafíos.
Impacto en la sociedad y el consumo
Las redes sociales han creado una "nueva normalidad" de la inmediatez, lo que genera intolerancia a todo aquello que no proporciona satisfacción instantánea.
La inmediatez en la satisfacción y las ofertas que expiran rápidamente en el consumismo se originan en una búsqueda aspiracional desesperada por "pertenecer" al grupo de los "incluidos" que el consumismo desenfrenado "vende".
La lógica de "llame ya" impone la inmediatez en el consumo a través de plataformas virtuales, llevando a la idea de "¡hay que comprarlo ya!".
Esta pulsión por la instantaneidad y la inmediatez contribuye al consumismo descontrolado y a un individualismo encapsulado en la satisfacción personal, así como a la indiferencia hacia los demás.
La necesidad de sentido de pertenencia se satisface comprando el último par de zapatillas o el teléfono más reciente, generando tensiones y ansiedades. El resultado es una sociedad donde los jóvenes persiguen obsesivamente cosas que no necesitan prioritariamente, fomentando el recambio constante de productos tecnológicos.
La sociedad actual, con su ritmo frenético y velocidad, nos impide escuchar bien y lleva a interrupciones constantes en el diálogo, poniendo en riesgo la comunicación humana sabia.
Consecuencias en la reflexión, educación y valores
La instantaneidad conspira contra la pausa y la quietud necesarias para la evaluación, reflexión y oración, erosionando la eficacia del proceso educativo y, crucialmente, el desarrollo espiritual.
La falta de silencio y escucha, reemplazada por tecleos y mensajes rápidos y ansiosos, impide la reflexión serena que podría conducir a una sabiduría común.
En este contexto, la "verdadera sabiduría" es difícil de alcanzar a través de la mera acumulación de datos dispersos y ruidosos en el mundo digital, que satura y obnubila, generando una "contaminación mental".
La sabiduría requiere el encuentro con la realidad y no se fabrica con búsquedas ansiosas en internet ni con información de veracidad no asegurada.
La cultura líquida fomenta el desinterés, la discontinuidad y el olvido, pues todo cambia tan rápido que se teme "fijar nada para siempre".
Esto se agrava con el riesgo de que la capacidad de innovar y crear se vea comprometida por los condicionamientos de la sociedad, la moda y los medios de comunicación, que dirigen el pensamiento individual hacia un "pensamiento único".
La imposición de modas y la catarata de imágenes mediáticas contribuyen a un vacío existencial donde los valores humanos suelen ser olvidados.
Relación con la digitalización y la "economía de vigilancia"
La instantaneidad está intrínsecamente ligada a la digitalización de las experiencias vitales, que son capturadas por la "economía de vigilancia".
Los datos de lo que hacemos en redes y plataformas se convierten en "materia prima" gratuita para un oligopolio de plataformas digitales.
La inteligencia artificial utiliza estos datos no solamente para publicidad, sino para la "datavigilancia", el control social de masas y la influencia en elecciones.
La virtualización del encuentro interpersonal, en plataformas como Instagram, TikTok o Facebook, fomenta un individualismo egoísta y el aislamiento de la realidad concreta. Las redes sociales "domestican" a las juventudes, moldeando sus hábitos de vida, sociabilización y participación.
El "anonimato" de los espacios virtuales lleva a mentir sobre la edad y a inventar una imagen irreal, desconectándose de la propia identidad.
La ilusión de la comunicación digital genera una hiperconexión que, paradójicamente, puede llevar a la incapacidad de actuar conjuntamente y a una "pérdida del sabor de la fraternidad", ya que las conexiones se vuelven superficiales y no construyen un verdadero "nosotros". La comunicación digital expone la vida a un "control constante" y a "miradas que hurgan, desnudan y divulgan" la intimidad.
Los algoritmos de las redes sociales refuerzan el "sesgo de confirmación", recomendando opciones que se ajustan al perfil del usuario y filtrando opiniones diferentes. Esto aísla a los individuos en una "realidad edulcorada, sin análisis crítico" y sin cuestionamiento de sus propias convicciones, lo que alimenta la "grieta" social y el temor al diferente.
Los movimientos de odio se presentan como "asociaciones contra un enemigo", disimulando el individualismo y amplificando la xenofobia. Las plataformas facilitan la difusión de noticias falsas, prejuicios y odios, obstaculizando la confrontación entre las diferencias.
Desafíos para el Movimiento Scout
Ante la instantaneidad y la virtualización, el Movimiento Scout debe preservar la fortaleza de la educación por pares y la pertenencia a pequeños grupos.
Las actividades virtuales pueden mantener vínculos temporalmente, pero no pueden reemplazar la convivencia y las relaciones interpersonales presenciales.
El desafío no es "demonizar" las nuevas tecnologías, sino encontrar en ellas una "fuerza creativa" para llevar adelante proyectos con la comunidad y construir un mundo mejor.
El desarrollo espiritual en el Movimiento Scout busca indagar sobre el sentido espiritual de la vida, la coherencia entre principios y acciones, y la apertura al diálogo y el entendimiento entre personas con distintas opciones espirituales. La instantaneidad y la falta de reflexión dificultan la consecución de estos objetivos.
El contexto actual, marcado por una "modernidad líquida" y un profundo cambio de época, se ve exacerbado por la instantaneidad de las redes sociales.
Esta instantaneidad, impulsada por la tecnología y la "economía de vigilancia", fomenta el consumismo descontrolado, el individualismo, el aislamiento y la intolerancia a la reflexión, erosionando valores y complicando el desarrollo integral y espiritual de las juventudes.
El Movimiento Scout reconoce estos desafíos y busca responder a ellos a través de su propuesta educativa, enfatizando la convivencia, la reflexión crítica y la construcción de un "nosotros" en un mundo cada vez más fragmentado.
Comentarios