Las relaciones interpersonales y el respeto mutuo como base de la pedagogía scout

Definir los objetivos personales a partir de los objetivos educativos del Movimiento Scout no es suficiente para motivar y evaluar la progresión personal de cada joven.
Hay dos motores que empujan al joven a progresar:

  • el ejemplo de sus mayores: los dirigentes adultos u otros jóvenes que sean referentes en el Grupo. Como por ejemplo: la tradición de elegir un padrino o madrina en el momento de formular la Promesa Scout;
  • la interacción dentro de su grupo de pares, principalmente a partir de la pertenencia a pequeños grupos como la patrulla o el equipo.

Jean Piaget, un conocido psicólogo suizo, en su libro “La nueva educación moral” expresa que la educación debe impartirse teniendo en cuenta el interés personal de los jóvenes y potenciando el autogobierno, ofreciendo un ambiente libre de prejuicios y basado en principios de equidad, fomentando la colaboración e iniciativa de los educandos quienes deben sentirse protagonistas y responsables en un ambiente de afecto y respeto mutuo.
Si bien Piaget escribe sobre educación moral, es posible extender esta idea a otros campos de la educación sin forzar su idea.
Él distingue entre lo que llama el “respeto unilateral” y el “respeto mutuo”:

  • El “respeto unilateral” es el respeto mostrado por niños más pequeños a sus mayores o la influencia de un adulto sobre un joven.
  • El “respeto mutuo” es la influencia recíproca que dos personas de igual estatus ejercen el uno sobre el otro.

Baden-Powell comprendió que en la formación del joven no alcanza con el ejemplo, sino que también las relaciones interpersonales constituyen una fuente importante de educación en valores.
Además, y no es poco, él también comprendió que el deber moral representa sólo una etapa en el desarrollo de la consciencia, y ese respeto unilateral tiene que ser atenuado desde el comienzo por un respeto mutuo progresivamente creciente, hasta el momento en que este último (el respeto mutuo) supere al primero.
B-P en su libro de 1922 titulado “La educación por el amor en sustitución de la educación por el temor” refuerza esta idea.
Por esto es que el ideal del dirigente Scout no es ser un comandante sino alguien que guía y acompaña, como lo expresa claramente B-P en otro libro contemporáneo del anterior titulado “Guía para el Jefe de Tropa” (1920): El dirigente no tiene que ser ni un maestro de escuela ni un oficial de tropa, ni un pastor, el tiene que ser simplemente un “hombre-muchacho”, él tiene que tener en sí mismo el espíritu de un joven; es necesario que él se ponga en el mismo plano que aquellos de los que se ocupará.
Siempre listo, rodrigo
Rodrigo Gonzalez Cao

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