El logro de objetivos se evalúa al observar las actividades y dialogar con el joven, no como un acto de control o una prueba

Comentamos previamente que el diálogo entre el joven y su dirigente en un clima de confianza estimula a cada uno a asumir personalmente sus objetivos adaptando los Objetivos Educativos del Movimiento Scout a su realidad y posibilidades.

Este diálogo no apunta solamente a adaptar los objetivos, sino a favorecer progresivamente el análisis que cada joven hace de sus metas con la vista puesta en la construcción a largo plazo de su proyecto de vida.

Ahora bien, los objetivos se logran a través de lo que los jóvenes hacen: las actividades educativas.

Para que las actividades sean educativas deben ser D.U.R.A.S.: Desafiantes, Útiles, Recompensantes, Atractivas y Seguras.

Para evaluar el logro de los objetivos educativos a través de las actividades debemos cultivar la observación, saber qué mirar, y hacerlo en períodos largos de tiempo, no en una actividad puntual.

Ya hemos señalado que el logro de los objetivos se evalúa a través del diálogo permanente que el joven y el adulto establecen, y no como un acto de control o una prueba a rendir.

El establecer este espacio de diálogo como hábito en la sección, permite evaluar, al final de cada ciclo de programa, el logro de los objetivos educativos en cada joven.

Es importante tener presente que no debe ser un control que el adulto hace sobre el joven respecto de las conductas que éste debiera lograr, sino como una construcción entre ambos -en que se ponen en común las observaciones del adulto y las experiencias del joven- para llegar a un consenso que establece los objetivos logrados y aquellos en los que todavía se debe seguir trabajando.

Siempre listo, rodrigo
Rodrigo Gonzalez Cao

Comentarios