La formulación de la Promesa es independiente de una etapa de progresión

En mis visitas a diferentes ciudades y regiones he visto gran variedad en la planificación de actividades que cada sección educativa del Movimiento Scout prepara, y esa variedad nace de la necesaria adaptación a la realidad local, a las distancias, a las limitaciones que impone el clima en ciertas épocas del año e incluso al calendario de actividades estacionales del lugar (cosechas, temporada de turismo, nevadas y heladas, migraciones internas de familias junto a sus padres en busca de "trabajo golondrina", etc.)
Ante este imprevisto los educadores scouts reaccionan de maneras diferentes, privilegiando mantener, ante todo, los vínculos con los jóvenes y entre ellos. Luego, a medida que las actividades se van retomando, van surgiendo de parte de los jóvenes diferentes iniciativas. 
Como en cada ciclo, en muchos lugares se van sumando en cada momento nuevos participantes a la propuesta del Movimiento Scout y, en esos casos más de uno se ha preguntado cuándo es oportuno que un joven formule su Promesa Scout, su compromiso con los valores scouts. ¿Es razonable hacerlo todos los años en una fecha fija en la que "están todos" como el aniversario del Grupo Scout o las fiestas patronales de la localidad? ¿O se debe hacer toque cuando toque, cuando el joven lo solicite, aunque eso implique hacer más de una ceremonia seguido? 
La duda en algunos casos surge porque las actividades que realizan en esos "tiempos sandwich" son “atípicas”, o mejor dicho, diferentes a las que usualmente realizan durante el período "normal" de actividades y, a raíz de ello, algunos se preguntan si un joven que quiere participar del Grupo Scout (o de la unidad educativa local en donde aún no se ha formado un Grupo Scout) y manifiesta su interés de adherir a los valores que pregonamos está en condiciones de formular su Promesa Scout o debe esperar a los tiempos del resto del grupo.
Lo primero que quisiera dejar en claro es que la formulación de la Promesa es independiente de una etapa de progresión.
En cada rama del Movimiento Scout la progresión personal consiste de varias etapas. Pero independientemente de ellas, el momento en el cual el joven formula su compromiso voluntario con el Movimiento Scout se expresa con la promesa Scout.
En dicho compromiso el joven promete hacer cuanto de él dependa, para cumplir sus deberes para con Dios, la Patria, con los demás y consigo mismo, ayudar al prójimo y vivir la Ley Scout.
Por eso es importante comprender que el momento de formular la Promesa no es una prueba que se deba pasar.
Simplemente, para poder hacer un compromiso verdaderamente voluntario, el joven debió tener la oportunidad previa de vivir la propuesta del Movimiento Scout en acción, querer compartir las tareas de su pequeño grupo (patrulla, equipo), entender la Ley Scout y cómo se traduce en "reglas del juego" para su vida y, finalmente, conversar con sus educadores scouts sobre las metas que se propone lograr.
Si eso lo han podido lograr, sea en el momento en que fuera, pues bien, bienvenido y adelante!
Si bien muchos animan a los jóvenes a "probar" el Movimiento Scout, es fundamental tener presente que en toda edad debe depender de cada uno la decisión de unirse al movimiento y de hacer su compromiso personal con el estilo de vida de los Scouts.
Esto implica que también cada uno tiene derecho a decidir cuándo ingresar, cuándo salir o tomarse un tiempo y cuándo regresar si así lo siente.
Esta convicción se apoya en la idea de que cada joven solamente progresará si la motivación para hacerlo viene de su interior.
La adhesión voluntaria es la base para que la motivación interna a ser artesano del propio desarrollo crezca y se mantenga viva, como el fuego que mantenemos en la noche de fógon mientras refresca y se consumen los leños. Si ese fuego sigue vivo en su corazón, no hay mucho más que decir. Pero también lo es la pertenencia a un pequeño grupo donde el joven comparte junto a otros pares y emprenden cosas en conjunto, valorando al otro y sintiendo que su ayuda es necesaria, sea una patrulla scout, un equipo o la forma que tome en cada edad y en cada asociación scout.
Crear una atmósfera mutuamente estimulante en este aspecto es el desafío principal de todo adulto que desarrolle su servicio de voluntariado en el Movimiento Scout.
Y, posteriormente, una vez que ya forma parte del "Gran Juego" y ha formulado su compromiso a través de la Promesa Scout, que su pequeño grupo interpele a cada joven si "hizo todo lo posible en cuanto de él dependía" es el eje de la progresión personal. No hay ninguna prueba competitiva, ni tampoco ninguna clasificación jerárquica que haga un ranking de quién mejoró o empeoró.
Como fijó Baden-Powell hace más de 100 años la única competición es con uno mismo.
Esto, por un lado reduce el miedo a la comparación y el fracaso.
Pero principalmente estimula relaciones más profundas y auténticas ya que no debieran existir trasfondos de tensión creados por la competición.
Cuando el pequeño grupo se consolida su dinámica misma fomentará actitudes como la tolerancia, la solidaridad, la responsabilidad y el compromiso hacia el grupo y proporcionará autoestima y apoyo emocional. La cooperación y el liderazgo son las columnas sobre las cuales se asienta el sistema de patrullas, elemento que da vida a la aplicación del Método Scout.
Además, en el óptimo de madurez grupal, cuando se establecen relaciones fuertes entre los jóvenes, surgen más oportunidades para cada persona de progresar.
Siempre listo, rodrigo
Rodrigo González Cao


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