El importante rol del voluntario adulto en la pedagogía del Movimiento Scout

Si hacemos hasta aquí un repaso de lo que venimos publicando respecto de la aplicación plena del Método Scout y el redescubrimiento de la práctica del Movimiento Scout como una vivencia social en el campo de la educación no formal, queda claro que la pedagogía que propone Baden-Powell no es una lista de simples actividades y dinámicas grupales, donde todo ya está hecho y el joven es apenas un mero “beneficiario” pasivo de una oferta pre-digerida que le ofrecen los adultos.
El joven, como protagonista del programa, necesita superar desafíos, descubrir por sí mismo el mundo que le rodea y, necesariamente, experimentar vivencias en ambientes y espacios motivadores y que no sancionen drásticamente las equivocaciones.
Hemos remarcado que el Movimiento Scout no entrega conocimientos que luego son rendidos por los aspirantes en una prueba, sino transforma la vida de los jóvenes para éstos sean personas autónomas, solidarias, responsables y comprometidas que salgan al encuentro de los otros para construir un mundo mejor.
En el Movimiento Scout no hay contenidos y aprendizajes estandarizados como en el sistema de educación formal porque el énfasis se pone en la propuesta, selección, ejecución y evaluación de actividades por parte de los jóvenes a través de los pequeños grupos (patrullas, equipos) y los órganos de gobierno de la rama.

Vivimos en un mundo “líquido” como sugiere Bauman y, en él, el Movimiento Scout se caracteriza desde sus orígenes por la innovación, por no quedarse estático, sino responder a los signos de los tiempos y a las particularidades locales de cada lugar adonde se abre una “unidad educativa” local, una sección, un Grupo Scout.
Hemos puesto mucho acento en los posteos previos respecto de que los jóvenes proponen las actividades que van a realizar, las debaten en los pequeños grupos (patrullas y equipos), las eligen en los órganos de gobierno de cada rama, las ejecutan y finalmente las evalúan y rescatan la experiencia para recuperar aprendizajes significativos.
Sin dudas, la pertenencia a pequeños grupos, la vida en el interior de la patrulla, la educación por los pares, el ejercer liderazgo y asumir responsabilidad son todos elementos muy valiosos de la correcta aplicación del Método Scout.
Pero si solamente nos quedamos con esta parte de la dinámica del Movimiento Scout, podría quedarnos la falsa sensación que el joven es el protagonista excluyente de las actividades y que los voluntarios adultos guardan apenas un rol secundario de preceptor o “figura de resguardo” que está a un costado, entre bambalinas, y solamente aparece si algo se sale de curso o desborda.
En los hechos, como diría mi abuela, ni tanto, ni tan poco.
Entonces, es lícito preguntarnos: ¿cuál es el rol estimulante del voluntario adulto en el Movimiento Scout?, ¿cómo acompaña, guía y aconseja a los jóvenes?, ¿cuál es su intervención pedagógica?
Sin temor a equivocarnos podemos decir que el adulto en el Movimiento Scout presenta a los jóvenes actividades que complementan las que ellos han seleccionado democráticamente a través de la aplicación del Método Scout y la interacción en los organismos de cada rama.
Estas actividades complementarias que los voluntarios adultos sugieren no se agregan por capricho, tienen un sentido, un rumbo, una intencionalidad educativa. Además, si la unidad educativa está integrada en un Grupo Scout, sería altamente deseable que ese rumbo surja de un plan que se acuerde anualmente en el Consejo de Grupo.
Sin dudas es imposible hacer una enumeración que agote todas las opciones porque la realidad presenta desafíos que cambian constantemente.
Con la convicción que estamos dejando afuera muchos y mejores ejemplos, al único efecto de reflexionar juntos, podemos sugerirte algunos preguntas que te ayudarán a comprender esta tarea del equipo de educadores scouts:
¿La unidad educativa es nueva o pequeña? En una sección pequeña, que se está armando luego de muchas incorporaciones o después de pases de rama o que fue recién creada, no es prioritario invertir demasiado tiempo en que funcionen sus componentes tal como sugieren los Manuales de Programa de la asociación scout, porque esas partes de la maquinaria se irán consolidando a medida que la sección crece, madura y se estabiliza. Pero sí es importante que desde un principio funcione bien el sistema de patrullas, creando una “cultura” que respete la autonomía de los pequeños grupos y no ahogue la vida interna de cada microcomunidad.
¿La unidad educativa es antigua y numerosa? En las secciones grandes es fácil caer en la tentación de funcionar como una “gran patrulla”. Si es así, el sistema de patrullas deberá ser re-instalado progresivamente, porque si lo queremos hacer de golpe se puede producir un “shock” que amenace su estabilidad. Debemos ser autocríticos, mirar nuestra realidad con honestidad y, con cierta distancia, preguntarnos si los pequeños grupos están contando con tiempos y espacios para su propia vida.
Ajustar las expectativas a las condiciones reales y concretas (barriales, comunitarias, sociales, económicas y culturales) en que actúa cada unidad educativa. No debemos pretender, desde el primer día, contar con todos los elementos de las “patrullas de manual” que aparecen idealizadas en Manuales asociativos y libros impresos a muchos colores. En la cruda realidad barrial en la cual nos toca ejercer el Scoutismo, a veces, no es posible para una sección pretender disponer de locales de patrulla desde el día mismo de su comienzo, no obstante que el manual asociativo diga que el local de patrulla sea un elemento esencial de la identidad de la patrulla. Habrá que “diseñar” la forma en que paso a paso se conquista ese espacio, se construyen alianzas con otros, se gana la confianza de la comunidad barrial y, mientras tanto, debemos hacer volar nuestra creatividad para idear alternativas de transición.
Percibir las situaciones sutiles que vinculan unas cosas con otras. Por ejemplo, una vez, los dirigentes de una unidad educativa que funcionaba en una parroquia católica reclamaban por la falta de apoyo que recibían del párroco, pero nunca repararon en que muchas de sus excursiones habían sido programadas justamente los días en que esa comunidad celebraba festividades religiosas importantes en las cuales hubiera deseado que los Scouts estuvieran presentes junto al resto de los fieles que allí se congregaban (como por ejemplo: la pascua o las fiestas patronales).
Tener en cuenta las necesidades y poner en marcha estrategias adecuadas (no irnos por las ramas). Implementar el sistema de patrullas en un grupo homogéneo de un ambiente social extremadamente competitivo encontrará dificultades si no se valora al otro, con sus potencialidades y limitaciones, por sobre los resultados inmediatos en las competencias y juegos entre equipos. Por ejemplo, una vez, en un colegio privado de clase alta de un suburbio rico, los Guías de Patrullas (o Jefes de Equipo) demasiado influidos por un malentendido ambiente de competencia exacerbada, estaban ansiosos de resultados en un torneo inter-patrullas y no se tomaron el tiempo necesario para que el pequeño grupo pueda convertirse en una comunidad de aprendizaje donde se valore tanto el liderazgo como la cooperación y donde todos se sientan integrados e invitados a ser parte.
Definir procesos de aprendizaje de los Guías de Patrulla o Jefes de Equipo, adaptados a su realidad, que les permitan enfrentar y resolver, por ellos mismos, situaciones críticas. De lo contrario, los adultos crearán desde un principio una relación dependiente, en que los educadores scouts hacen las tareas de los jóvenes o “les sacan las papas del fuego” ante la primer pequeña dificultad que surge. Del error y de la dificultad también se aprende y lo maravilloso de la pedagogía scout es que ese aprendizaje se hace en un contexto no punitivo en el cual equivocarse no es castigado, sino que abre un espacio y un tiempo para reflexionar y proponerse una meta a superar la próxima vez.
Debemos tener en claro que los libros, manuales, capacitaciones y cursos que cada asociación scout nos ofrece no sustituyen la tarea pedagógica del adulto, solamente apoyan con contenidos generales necesarios, pero dichos manuales y cursos no conocen las necesidades particulares de los Guías de Patrulla o Jefes de Equipo de una sección determinada ni la dinámica propia de los jóvenes que integran cada unidad educativa local en el basto y diverso territorio de nuestro extenso país.
Siempre listo, rodrigo
Rodrigo González Cao

(Disclaimer: Participo del Movimiento Scout desde Lobato y he transitado por diferentes asociaciones scouts en mi vida. Por eso aclaro al lector desprevenido que los artículos publicados son escritos a partir de mi experiencia scout personal y, al menos conscientemente, no es mi intención realizar juicios de valor o sentencias que pontifiquen a unos y descalifiquen a otros. La intención al compartirlos es que puedan ser interpretados por cada uno de forma personal y adaptados a la realidad y contexto de cada lector según su propia experiencia y la situación particular de la asociación scout en la cual participa. Pido disculpas de antemano si involuntariamente alguno se siente incómodo con alguna de las lecturas).

Nota original, 20 de agosto de 2011: https://scouts2012.blogspot.com/2011/08/la-intervencion-pedagogica-del-adulto.html

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