En su carta encíclica Dilexit Nos, Francisco nos invita a redescubrir el corazón como el centro de la vida, fuente de amor auténtico y fuerza de transformación social.
En tiempos marcados por la crisis cultural, social y ecológica, el renovar la esperanza no es fingir un optimismo superficial, sino ejercer un acto de valentía que nace de un corazón sincero y libre.
Francisco invita a los jóvenes a no dejarse paralizar por el miedo, el desencanto o la superficialidad de una sociedad líquida y fragmentada.
Nos llama a escuchar la vocación profunda: comprender que cada uno ha sido llamado a ser protagonista de la historia, no un simple espectador.
Este llamado resuena fuertemente con la propuesta educativa del Movimiento Scout.
Y nos recuerda que Robert Baden-Powell nos encomendó "dejar el mundo en mejores condiciones de como lo encontramos" y a asumir un rol activo y constructivo en la sociedad.
Francisco destaca que abrazar la vida con entusiasmo, incluso en medio de la incertidumbre, es esencial para cultivar una verdadera libertad interior, aquella que no es mero capricho, sino la capacidad de elegir el bien.
Educar el corazón para esta libertad significa preparar jóvenes que no sólo actúen impulsivamente, sino que razonen y decidan con el corazón encendido por el amor a los demás.
Aquí se traza un paralelo claro con el Movimiento Scout, cuya misión es formar "buenos ciudadanos", hombres y mujeres libres, responsables y comprometidos.
La ley y la promesa scout nos invitaa a ser auténtico, solidario, respetuoso de la naturaleza, servicial y optimista.
Dilexit Nos, al igual que Laudato Si, recuerda que cuidar la creación no es un simple deber ecológico, sino una expresión concreta de amor a Dios y al prójimo, haciéndonos responsables de la casa común.
El scout, que aprende a amar y proteger la naturaleza como parte de su formación, vive también esta dimensión como un servicio alegre y comprometido.
El servicio, especialmente a los más vulnerables, es presentado tanto en el ideario scout como en la encíclica como una forma de realización personal: "el que no vive para servir, no sirve para vivir".
El servcio es la participación activa en la obra de amor que transforma el mundo.
Finalmente, nos invita a vivir la fe con alegría y autenticidad, evitando una religiosidad cómoda o superficial que no compromete la vida.
El scout, en su crecimiento, es llamado también a buscar una fe viva, que ilumine su actuar cotidiano, su servicio, su amor por la naturaleza y su compromiso social.
En este cambio de época enfrentamos un gran desafío: educar el corazón para la libertad verdadera, renovar la esperanza y formar protagonistas de la historia, capaces de amar, de construir y de transformar el mundo con el fuego del amor verdadero.
Hoy más que nunca, el mundo necesita jóvenes con corazón.
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