Valores para la Vida
El Movimiento Scout se basa en una serie de principios fundamentales.
Estos principios se resumen en tres categorías: la relación con lo trascendente, la relación con los demás (que incluye la relación con el mundo y la naturaleza) y la relación consigo mismo (relacionada con la responsabilidad del propio desarrollo).
La Promesa y la Ley Scout son la expresión de los valores que propone el Movimiento Scout. Estos valores son universales y están articulados en un lenguaje simple y cotidiano para que cada joven pueda comprenderlos.
La Ley Scout presenta diez proposiciones positivas, sin prohibiciones, que sirven como guía para las acciones y no como una barrera contra las faltas.
La Promesa Scout es un compromiso voluntario y personal con la Ley Scout, que impulsa al joven a "hacer lo mejor" para vivir esos valores. Al aceptar la Promesa y la Ley, el joven asume la responsabilidad de su propio desarrollo personal.
El vínculo entre estos principios y los valores scout es intrínseca. La Promesa y la Ley Scout reflejan la relación con Dios, los demás y consigo mismo.
Vivir los valores expresados en la Ley Scout permite a cada joven asumir este compromiso personal con su desarrollo integral. Por ejemplo, "El/La Scout ama a Dios y vive plenamente su fe" se relaciona directamente con la relación con Dios y el sentido de lo trascendente.
Otros puntos de la ley, como ser leal, digno de confianza, servicial, cortés, solidario, respetuoso, hermano de todos, y amar y defender la vida y la naturaleza, se vinculan con la relación con los demás y el mundo.
La responsabilidad del propio desarrollo, la autodisciplina y la búsqueda del sentido de la vida se vinculan con la relación consigo mismo.
Dentro del Método Scout, la adhesión voluntaria a la Ley y la Promesa Scout es un elemento central alrededor del cual pivotan los otros.
Los valores de la Ley Scout son el núcleo alrededor del cual giran los demás elementos del Método Scout. Estos valores no solo cumplen una función pedagógica, sino también una función ética, constituyendo un código de vida personal y grupal.
El Movimiento Scout promueve una educación integral de la persona, abarcando su relación con Dios, con los demás y consigo mismo.
El desarrollo personal se considera un todo en el que no pueden disociarse las dimensiones espiritual, social, afectiva, de carácter y física.
El desarrollo espiritual, en particular, implica comprender la propia herencia religiosa, descubrir la realidad espiritual que da sentido a la vida, sacar conclusiones para la vida diaria y respetar las opciones de los demás. Esto se alinea con la búsqueda de sentido y orientación en la vida que el Movimiento acompaña en los jóvenes.
Los valores comunes expresados en la Ley y la Promesa Scout, arraigados en los principios fundamentales, proporcionan una base sólida para la comunicación, la cooperación y el diálogo interreligioso entre miembros de diferentes creencias. Esta base permite a cada joven vivir y trabajar junto a otros, explorar diferencias y construir un entendimiento mutuo más profundo, contribuyendo a la construcción de un mundo mejor y pacífico.
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